Editorial
Cuando la verdad molesta en Valsequillo, se dispara contra quien la cuenta
Convertir a los medios en chivo expiatorio no tapa los errores de quienes no soportan el espejo de la realidad

En Valsequillo, como en tantos otros lugares de esta ínsula nuestra, cuando la realidad duele o incomoda, hay una receta que nunca falla: culpar al mensajero. Si un medio de comunicación publica una información que incomoda a ciertos sectores o contradice el relato que algunos quieren imponer, entonces la respuesta es tan previsible como antigua: atacar al medio, poner en duda su credibilidad, sembrar sospechas y sugerir oscuras conspiraciones.
Lo hemos visto demasiadas veces. La crítica no se centra en rebatir los datos, aportar pruebas o corregir lo que pudiera ser incorrecto. No. El ataque se lanza directamente contra la línea editorial, contra la existencia misma del medio, contra sus supuestos vínculos o intenciones. Porque, al parecer, cuando la información no cuadra con lo que uno quiere oír, el problema no es el contenido… el problema es quién lo publica.
Y así, sin rubor, se señala, se acusa y se condena de manera tan sosa como burda. Se dice que el medio “cobra”, que “es un instrumento de propaganda”, que “publica mentiras por encargo”. Todo ello sin pruebas, sin una sola evidencia, sin contrastar absolutamente nada. Irónicamente, lo mismo que se exige a los medios se les niega desde la crítica: rigor, veracidad y responsabilidad.
El objetivo de esta estrategia no es otro que desacreditar al mensajero para que nadie escuche el mensaje. Si se consigue que el público dude del medio, entonces cualquier información publicada —por veraz que sea— se cuestiona o se descarta. Es la vieja técnica de la desinformación, utilizada con nuevos disfraces.
En este contexto, sorprende poco que desde ciertos sectores se lance ahora una carga de profundidad contra una página digital que lleva meses informando sobre la actualidad del municipio y que poco a poco se va consolindado como referencia informativa. Y eso, al parecer, duele y molesta a algunos. La sospecha, el sarcasmo, la descalificación... todo vale con tal de desviar la atención de lo esencial: los hechos.
¿Molesta que se publiquen notas de prensa? Todos los partidos las emiten. La diferencia es que algunos solo protestan cuando no les favorecen. ¿Molesta que se dé cobertura a actos oficiales? Entonces quizás habría que preguntarse por qué ciertos actos no convocan ni a la prensa ni a la ciudadanía.
En lugar de hacer autocrítica, en lugar de reconocer errores o aceptar que no todo se puede controlar, algunos prefieren poner en la diana a quien informa. Porque es más fácil gritar “manipulación” que asumir que la realidad no siempre juega a favor.
En Valsequillo, como en tantos otros municipios, la pluralidad informativa es saludable y necesaria. Que existan distintos medios, con diferentes enfoques, es señal de vida democrática. Lo que no es aceptable es que se utilicen discursos incendiarios para desacreditar, señalar o incluso intimidar a quienes ejercen el derecho —y el deber— de informar.
Porque si algo enseña la historia del periodismo es que, cuando se ataca al mensajero, no es porque mienta. Es porque está diciendo algo que alguien no quiere que se sepa.
Enrique Ramírez | Jueves, 27 de Marzo de 2025 a las 12:34:50 horas
Muy buena la Editorial.
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