Desde La Barrera
Víctor Navarro, la nueva tragedia griega de Valsequillo
Intrigas, primos, tránsfugas y mucho victimismo

Atención, vecinos de Valsequillo! ¡Paren las rotativas! El PSOE ha “sacrificado” a Víctor Navarro y, según ciertos voceros, lo ha lanzado a los leones en una arena política más propia de un capítulo de Juego de Tronos que de un pleno municipal.
Y así, con redoble de tambores y un telón digno del mismísimo Teatro Real, se nos presenta la última entrega del drama político en Valsequillo: “Víctor Navarro y los leones socialistas”, un relato épico en el que un edil es arrojado a las fieras… por su propio partido, claro. Aunque, más que fieras, parecen gatos en busca de una sombra donde hacer la siesta.
Según la versión de los profetas del apocalipsis local, el PSOE ha cometido el mayor sacrilegio desde que Caín se peleó con Abel: dejar sin moción de censura a Francisco Atta, ese ser todopoderoso cuya nefasta gestión, aseguran, solo podría ser enfrentada por el valiente Víctor… aunque parece que el “valiente” ahora necesita tiempo, consenso y una brújula para encontrar su norte.
Los autores del lamento denuncian que Ángel Víctor Torres se ha “arrodillado” ante Teodoro Sosa, como si del mismísimo Ramsés II se tratara. Y, por si fuera poco, los socialistas han osado —¡qué desfachatez!— priorizar mantener gobiernos estables en sitios tan poco importantes como Las Palmas de Gran Canaria, esa aldea irrelevante que apenas tiene 380.000 habitantes.
¡Qué ultraje! ¡Qué mezquindad! ¡Qué desprecio al pueblo soberano de Valsequillo! Que nadie se atreva a sugerir que las decisiones estratégicas en política se toman pensando en equilibrios institucionales… No, no. Aquí todo es chantaje, cloacas y oscuros pactos con transfugas que salen de debajo de las piedras como en una novela de John le Carré escrita en clave de telenovela de sobremesa.
Mientras tanto, desde Enredando Valsequillo se asegura que siguen confiando en Víctor Navarro. Que no cunda el pánico. Que aún queda tiempo para que el héroe vuelva sobre sus pasos, se envuelva en la bandera del pueblo y, espada en mano (o al menos con el acta en la otra), derrote a los malos malísimos de la historia. Si no lo hace, dicen, su “castigo político será durísimo” (frase que, dicho sea de paso, suena a amenaza pasivo-agresiva en toda regla).
En la última entrega de la sosería, vuelve a lo suyo: confundir opinión con revelación divina y disfrazar su bilis personal con ropajes de supuesta preocupación institucional. Esta vez, su objetivo es el PSOE y, cómo no, su obsesión particular: Víctor Navarro. Pero, como ya es costumbre, lo que parece una reflexión política no es más que una catarsis de frustración personal mal disimulada.
Desde su púlpito sanroqueño, lanza soflamas de traición, cobardía y chantaje como quien lanza caramelos en una cabalgata… aunque los suyos son más ácidos que dulces. El problema es que sus argumentos, como su estilo, chirrían por falta de perspectiva y sobran en adjetivos de trinchera. ¿Quién le ha otorgado a este personaje insulso la vara moral con la que mide a Navarro, al PSOE, a Teodoro Sosa (que este sí es otro) y al universo conocido? ¿Qué pueblo lo ha ungido como voz legítima del desencanto valsequillero?
Con la misma facilidad con la que cambia de aliados en sus editoriales, ha pasado de ensalzar la sensatez de Navarro a ponerlo a los pies de los leones en cuanto el guion ya no cuadra con su cruzada personal. Lo que ayer era "unidad de acción" hoy es "cobardía". Lo que antes era "esperanza", hoy es "claudicación". Pero claro, en su mundo todo gira en torno a él, incluso la política municipal.
Resulta cuanto menos irónico que hable de traiciones mientras él mismo dinamita cualquier intento de convivencia institucional con sus arrebatos. Acusa al PSOE de “usar a Valsequillo como moneda de cambio”, cuando lo único que él parece usar es a Valsequillo como pretexto para desatar su rencor. No hay en sus líneas una propuesta, una salida o un análisis. Y es que cuando uno ha perdido el juicio político pero no ha asumido la jubilación del ego, lo que le queda es escribir biliosos manifiestos disfrazados de crónicas. Ahí sigue, aclarando poco y enturbiando mucho, cada vez más salado para un pueblo que cada vez lo digiere con más dificultad.
En lugar de analizar con seriedad por qué no prospera una moción basada en intereses personales, alianzas dudosas y chantajes políticos mal disimulados, prefieren retratar al edil como una víctima de su propio partido. Lo que no dicen es que quizá en Ferraz no les entusiasme la idea de desbancar a un alcalde con años de respaldo electoral usando como muleta una concejala que cambió de chaqueta sin pasar por las urnas.
¿Y si al final Víctor solo está aplicando la política del sentido común? ¿Y si resulta que antes de meterse en una moción de censura de saldo, prefiere seguir sirviendo a su pueblo desde una postura menos incendiaria? Eso no vende tanto, claro. Es mucho más jugoso hablar de traiciones, complots y destinos truncados.
En resumen: El PSOE no ha arrojado a Víctor Navarro a los leones. Pero algunos quieren hacer ver que estamos en el Coliseo romano, con vítores, lanzas, y vísceras políticas por doquier. Mientras tanto, en el mundo real, los concejales piensan, dialogan y toman decisiones. Y Valsequillo… sigue existiendo.
Luis Verde
Miguel Hernández | Viernes, 01 de Agosto de 2025 a las 16:50:38 horas
Ya el conejo me risco la perra
Y tanta oposición para que señor Víctor..
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