Entre susurros y sospechas: el relato que se cae solo

Y si todo es mentira, como sugiere el Bufón de San Roque, entonces ya tenemos el titular de su próximo capítulo: “Manual para fabricar conspiraciones en cinco párrafos y medio”.

Esta semana el bufón nos regala otra pieza de literatura fantástica —género político, subgénero patio de colegio— en la que retrata a Francisco Atta como si fuera un villano sacado de Gotham: maquiavélico, omnipotente, manipulador de mentes y archivador profesional de pruebas secretas en cajones bajo llave (que deben estar forrados en piel de dragón, por lo menos).

Mientras tanto, Víctor Navarro aparece dibujado como una mezcla entre San Francisco de Asís y Bambi: puro, ingenuo, incapaz de levantar la voz ni guardar un pos-it sin sentirse culpable. Si no lo conociera uno, pensaría que estamos ante una víctima de culebrón venezolano, atrapada en un drama mayor que él.

El bufón plantea preguntas que en realidad son insinuaciones cobardes con signos de interrogación. ¿Está Víctor amenazado? ¿Tiene Atta pruebas comprometedoras? ¿Se están distrayendo los focos? ¿Nos espían desde un banco del parque? ¿Es Valsequillo un escenario de Netflix? ¿Estará Paco detrás del calentamiento global?

En vez de aportar datos, el bufón prefiere el método “dime algo sin decirlo pero hazlo sonar grave”, como si con eso bastara para montar una intriga palaciega. Qué habilidad para decir mucho sin tener que probar nada. Puro arte.

Luego viene lo mejor: pide moderación en los comunicados de la oposición mientras él reparte estopa con brocha gorda, insinúa traiciones, describe sufrimientos venideros y profetiza —con tono de adivino apocalíptico— que a Víctor “se le hará insoportable” quedarse. Más que análisis político, parece un guion descartado de Juego de Tronos, solo que con menos rigor.

En resumen: el bufón no analiza, insinúa. No informa, dramatiza. No escribe con rigor, sino con rencor. Y todo con esa voz engolada de quien cree estar desenmascarando a un monstruo, cuando en realidad solo está escribiendo contra quien no le concede el protagonismo que cree merecer.

¿Y si todo es mentira? Pues probablemente sí. Empezando por esa pose de defensor del pueblo que se esconde tras un seudónimo y firma mensajes panfletarios como quien lanza piedras desde detrás del seto.

Mientras tanto, Valsequillo sigue adelante. Aunque a algunos les duela.

Luis Verde.