Desde La Barrera
Cuando el bufón se disfraza de justiciero
Dejar atrás los complejos y el teatrillo: a la ciudadanía no se le convence a gritos ni con amenazas de vendettas personales

Hay quien entra en política por vocación, quien se asoma por curiosidad, quien se arrima por interés… y luego está quien merodea con pluma afilada y discurso grandilocuente, esperando su momento de gloria desde el margen del escenario. En ese rincón, justo allí, parece haberse instalado el autor de “Aquí nadie se irá de rositas”, una pieza cargada de dramatismo y sed de ajuste de cuentas más propio de una obra de venganza que de un análisis político serio.
La obsesión con el alcalde Francisco Atta alcanza en este texto un nuevo nivel de hipérbole. Se insinúa que no habrá redención posible, moción o no moción, gobierno o no gobierno. Como si aquí no se tratara de resolver problemas públicos, sino de ver rodar cabezas. ¿Transparencia y control? Por supuesto. ¿Comisiones de investigación y auditorías? Siempre que se ajusten a criterios técnicos y no a caprichos personales. Pero lo que se está cocinando aquí no es regeneración, es revancha.
Se apunta con tono justiciero a un listado de “desastres”: obras inacabadas, contratos bajo sospecha, deterioros, suciedad, subvenciones pendientes… Un resumen sin contexto, sin datos contrastados y sin el más mínimo intento de ponderación. Pero claro, ¿para qué perder el tiempo con rigor si la consigna es repetir que “esto se acabó” como si fuera un episodio final de serie de Netflix?
Lo más preocupante no es el contenido, sino el enfoque profundamente personalista y vengativo. Se caricaturiza al adversario político como si se tratara de un enemigo a derrotar y no como parte de un sistema democrático que debe funcionar bajo reglas, no impulsos. Porque por si alguien lo ha olvidado, la política no es una vendetta. Y la oposición tampoco es una guillotina.
Y por supuesto, no podía faltar el toque dramático final: “Será el después de los ‘despueses’”. Qué profundidad. Qué intensidad. Qué ganas de hacerse el importante. Una pena que debajo del efecto literario no haya ni una sola propuesta clara más allá de repetir, como un mantra cansino, que “no descansarán hasta que…”. ¿Hasta que qué? ¿Hasta que nadie moleste a los mismos de siempre? ¿Hasta que el relato se imponga sobre los hechos?
El autor sosete parece más empeñado en ensuciar que en aclarar. Y ojo: denunciar lo que está mal es necesario. Exigir cuentas, también. Pero hacerlo con odio disfrazado de moral es otra cosa. Porque cuando se dice que “esto no acaba con una moción”, uno se pregunta: ¿entonces con qué acaba? ¿Con una caza de brujas a medida?
Si este es el nuevo estilo del bufón justiciero, que no espere aplausos. En política hay muchas formas de ser útil. Convertirse en el pregonero de la ira no es una de ellas.
Luis Verde.
Marta | Jueves, 07 de Agosto de 2025 a las 21:33:58 horas
Pobrecito mi sosete, iba de intelectual, de moderno, pistoseando por el mundo, por su barrio, hasta en Alemania y resulta ser un mediocre lleno de odio y rencor. A ver si no acaba mal y termina repudiado y apartado hasta en San Roque. BUFON, BUFON nunca segundas oportunidades fueron buenas
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