El sosete misógino: se ensaña con Calderín y calla ante el transfuguismo de libro

En Valsequillo ya tenemos versión propia de la veleta florentina que tanto ruido quiere hacer en Telde y se queda en el ridículo más espantosos, un día y otro también. Aquí, con menos gracia aún, el bufón sosete se dedica a inventar “cuentos” contra Fabiola Calderín, disfrazando de sátira lo que no pasa de ser un ataque personal y reiterativo. Y lo hace, claro, con la misma estrategia de siempre: cargar contra la rival incómoda y mirar hacia otro lado cuando el transfuguismo descarado le pasa por delante de las narices.

Porque mientras dedica tres capítulos a “Los cuentos de Fabiola”, con chascarrillos sobre guaguas viejas y coches nuevos, ni una palabra le hemos leído sobre el caso de manual de Lucía Melián, un transfuguismo que huele a kilómetros y que ningún observador serio puede pasar por alto. ¿Por qué será? Tal vez la respuesta no esté en la hemeroteca, sino en la nómina de amistades de viejo cuño.

Resulta curioso cómo se rasga las vestiduras por las decisiones de Calderín, pero se hace el sordo y ciego cuando lo que toca es señalar la traición política de libro que todo el municipio comenta. Eso no es sátira, eso es silencio interesado, el de quien acomoda el discurso según quién sea el protagonista del cuento.

Mientras tanto, el pueblo asiste a este teatro de baja estofa: unos que cuentan cuentos, otras que los protagonizan.

El problema no es que un bufón quiera hacer reír; el problema es que nos quiere hacer comulgar con ruedas de molino, atacando a Calderín y guardando bajo llave los capítulos que incomodan a sus viejas lealtades. Pero, bueno, en Valsequillo ya todo el mundo sabe que no es sátira ni humor: es propaganda disfrazada de chascarrillo.

Muy pronto, la respuesta. Y ahí, seguro, no habrá cuentos, sino verdades.

Luis Verde, vecino declarado antibufón.