El bufón sosete y su circo de cloacas en Valsequillo

Si algo caracteriza al bufón sosete es su habilidad para revolcarse en el fango y salir convencido de que está haciendo literatura política. Esta vez nos obsequia con un nuevo panfleto donde mezcla caca, cloacas y conspiraciones de sobremesa, todo ello con la gracia de un payaso sin público y el rigor de un tertuliano de tasca a las tres de la mañana.

Según su relato, Valsequillo vive entre alaridos de alcaldes, tesoreros perseguidos y conspiraciones a la luz de la luna, una trama tan novelesca que uno duda si está leyendo un artículo o un borrador perdido de La que se avecina. La diferencia es que, en la serie, al menos, hay guionistas que cobran por hacer reír.

El sosete, en cambio, se basta con su bilis y su teclado. Se hace preguntas a sí mismo —como si la política municipal fuera un interrogatorio de bajo presupuesto— y lanza insinuaciones que huelen más a resentimiento personal que a denuncia periodística. Todo ello, por supuesto, envuelto en la pomposa frase de que “somos necesarios”. Sí, necesarios… como un charco de aguas negras en mitad de la calle.

Lo que pretende disfrazar de primicia no es más que un folletín barriobajero, un ejercicio de rumorología donde la seriedad brilla por su ausencia. Ni datos, ni documentos, ni pruebas: solo adjetivos, insultos y el eco de sus propios fantasmas. Y para rematar, coloca al lector en el dilema infantil de si tal o cual concejal “se atreverá” a salvar al pueblo, como si estuviéramos en una opereta cutre de salvadores de la patria.

Nosotos lo tenemos claro: la cloaca no está en Las Carreñas, está en la pluma del bufón sosete. Porque mientras la política local necesita debate serio, propuestas y soluciones, él sigue empeñado en hacer de cada texto un espectáculo de feria, donde la verdad se ahoga en veneno y el show debe continuar.

Luis Verde, vecino declarado antibufón.