Desde La Barrera
Crónica de una bilis anunciada: el artículo que se descalifica solo
El último artículo de sosete no es opinión política, sino una pieza de autopropaganda disfrazada de reflexión

Hay textos que, al leerlos, uno no sabe si reír o apagar la pantalla por vergüenza ajena. Y luego está este panfleto escrito por el bufón de guardia de Valsequillo, ese cronista de lo obvio que se cree Maquiavelo porque ha aprendido a escribir “moción de censura” sin faltas de ortografía.
Su autoproclamado “análisis” político es, en realidad, un ejercicio de proyección de libro: acusa a otros de lo que su propio bando lleva años practicando con maestría. Habla de “irresponsabilidad” en la gestión mientras calla los pactos imposibles, los personalismos y las guerras internas que han convertido a la oposición en un mercado persa.
Resulta casi enternecedor verlo hablar de “valentía” y “decisiones demoledoras” como si estuviera narrando un hito histórico, cuando lo único que hay detrás es la rabieta de quien lleva semanas repitiendo el mismo mantra: “Esto no puede seguir así”. ¿Y por qué no puede? Porque a su partido le conviene que cambie. No porque la ciudadanía lo haya exigido. No porque exista un proyecto sólido. No porque haya propuestas. Solo porque el ego necesita un nuevo juguete.
Pero lo mejor de todo llega cuando el bufón se viste de psicólogo de saldo para diagnosticar a Atta con todos los adjetivos del manual de insultos políticos. “No sabe dialogar”, “no sabe ceder”, “no sabe encajar”… Curioso, viniendo de quien no ha sabido ganar en las urnas y ahora pretende gobernar por la puerta de atrás.
Habla de misoginia con la misma ligereza con la que olvida el silencio cómplice cuando Lucía Melián traicionó a su partido y siguió ocupando el escaño. Exige coherencia a los demás mientras justifica cualquier incoherencia propia. Y reparte carnés de demócrata sin haberse mirado nunca en el espejo.
Su artículo es, en definitiva, un compendio de doble rasero, victimismo y ansia de revancha. Un manual para convertir el rencor en discurso político y la manipulación en estrategia. Ni una sola propuesta, ni una reflexión seria, ni un análisis estructurado. Solo bilis.
Quizá el “cambio” que tanto proclama debería empezar por ahí: por dejar de confundir la crítica con el insulto barato, por aprender a debatir sin descalificar, por asumir que la democracia también implica aceptar que hay quien piensa distinto… incluso cuando gana.
Hasta entonces, seguiremos soportando sus sermones de bufón cortesano, con sus metáforas de boxeadores y equilibristas, tan llenas de vacío como de rencor. Y sí, esto no puede seguir así, pero no por lo que él dice… sino porque el debate político merece algo más digno que sus pataletas de columnista frustrado.
Luis Verde, vecino declarado antibufón.
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