El trovador del caos recita, pero no convence

Ah, el Bufón Sosete ha vuelto a desplegar su taller de conspiraciones nocturnas: brujas, Arredondo omnipotente y un maletín repleto de "justicia inmediata". Respiremos hondo y respondamos con la misma medicina —pero en versión crítica y con una sonrisa sardónica— porque si hay algo que merece este panfleto es un buen espejo irónico.

Que comience la función.

¿El hombre del saco con camisa de fuerza? Vaya, qué original. Nada dice “debate político serio” como mezclar Halloween con procedimiento administrativo. Si el objetivo era asustar, enhorabuena: requisito básico del teatro barato superado. Ahora bien, en política real no hay atajos tan pintorescos: las “penas eternas” y los traslados forzosos al limbo son recursos dramáticos para quien se quedó sin argumentos.

“Se lo llevaron por delante”… ¿Con qué? ¿Con un conjuro? ¿Con la última edición de la gaceta de rumores? Si la vida pública fuera un culebrón, todo valdría; afortunadamente no lo es. La gestión se cuestiona con datos, propuestas y votos, no con letanías dignas de un aquelarre de fin de semana.

El tono del artículo es de romanticismo decimonónico: traiciones, “miserias” y un destino escrito en mayúsculas. Es poesía de zafarrancho, no análisis político. Cuando la política se confunde con vendetta escénica, los ciudadanos pierden información y ganan chismes. Y chismes ya tenemos todos; lo que falta es rigor.

¿“Chulesca, cínica y arrogante”? Perfecto, apuntemos la lista de adjetivos para la próxima gala de premios de estilo. Pero si lo que se busca es demostrar incapacidad o falta de ética, habría que traer pruebas, no solo epítetos que suenan a colección de piropos rancios.

El pasaje sobre drones, amenazas y “efectos dominó” entre Las Vegas y Los Frailes parece sacado de un guion de sobremesa. Vamos a dejar la geopolítica transcontinental para cuando la crónica tenga, al menos, una rueda de prensa y no solo una nota al pie del folletín.

Lo más gracioso: la mixtura de autosuficiencia y victimismo. Quienes escriben pensando que “hacer visibles los actos” les convierte en jueces supremos olvidan que la visibilidad exige responsabilidad: si publicas, hazlo con datos; si denuncias, acompaña con pruebas; si acusas, prepárate para explicar. La épica indignada no sustituye la documentación.

En resumen, querido Bufón: si lo que buscas es entretenimiento barato, has triunfado. Risas, dramatismo y metáforas de saldo para consumo vecinal. Ahora, si pretendes incidir en la agenda pública, quizá te convenga dejar la pluma incendiaria, abrir una carpeta con hechos comprobables y reemplazar la bruja por una página de hemeroteca. La política merece más verdad y menos teatro de revista.

Postdata sardónica: cuando la pena es tan teatral, igual lo que necesita el autor es un buen curso de narrativa —y al protagonista, menos sombreros y más respuestas concretas.

Luis Verdes, vecino declarado antibufón.