Desde La Barrera
Versos, humo y cifras infladas: la decencia según el bufón
Cuando la épica sustituye a los datos y la audiencia se inventa

Hay quien, cuando la realidad no acompaña, decide recurrir a la rima. No para elevar el debate ni aportar información contrastada, sino para maquillar con versos lo que no sostienen los hechos. Es el último recurso del bufón sosete, que vuelve a vestirse de poeta para ocultar una verdad incómoda: su relato no se lo cree nadie.
La poesía como cortina de humo
El problema no es escribir versos —faltaría más—, sino usarlos como cortina de humo para tapar una audiencia menguante y una relevancia pública cada vez más discutida. En lugar de datos verificables, metáforas. En lugar de transparencia, autoelogio. Y en lugar de rendir cuentas, épica de salón.
Datos pobres, grandilocuencia máxima
Los números que se exhiben —cuando se exhiben— son pobres y descontextualizados. Picos aislados convertidos en tendencia. Métricas infladas presentadas como aval social. Nada nuevo: la vieja táctica de confundir alcance con influencia y visitas con credibilidad.
La decencia no se declama, se demuestra
Repetir “decencia” como un mantra no la hace real. La decencia se demuestra con información contrastada, con independencia real (no declamada), con separación clara entre información y propaganda, y con respeto a la inteligencia de los lectores. Todo lo demás es retórica.
Confundir ruido con periodismo
Atacar a terceros desde la superioridad moral autoatribuida, acusar a “impostores” mientras se venden cifras sin auditoría externa (ya sabemos como inflan los datos las redes sociales para vender su producto), y presentarse como vanguardia cuando se practica el panfleto, no es periodismo: es ruido. Y el ruido, por muy rimado que esté, no informa.
Valsequillo no es ingenuo
El pueblo no es tonto. Sabe distinguir entre quien informa y quien se autopromociona. Entre quien contrasta y quien declama. Y, sobre todo, entre quien trabaja con hechos y quien se inventa una audiencia para sostener un ego.
Menos versos, más pruebas
Si hay crecimiento, que se demuestre. Si hay impacto, que se acredite. Si hay independencia, que se practique. Lo demás —rimas incluidas— es literatura. Y la literatura, cuando pretende sustituir a los datos, no salva una mala realidad.
Porque la decencia no se proclama en mayúsculas ni se protege con adjetivos. Se ejerce. Y eso, por ahora, no se ha visto.
Luis Verde, vecino declarado antibufón.




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