Editorial
Augusto Hidalgo desactiva la intriga valsequillera con una frase quirúrgica
El socialista le baja los humos a los conspiradores de medianías

En política, los silencios pesan más que los discursos. Y el que acaba de romper Augusto Hidalgo, vicepresidente del Cabildo y socialista con galones, suena a advertencia seria, de esas que se pronuncian con media sonrisa pero con bisturí de precisión. Su mensaje sobre la crisis política en Valsequillo, tal y como informó TELDEACTUALIDAD, no deja lugar a dudas: “No habrá moción de censura, ni teatrillos, ni juegos de trono municipal.”
Traducido: que los bufones de las medianías y su juguete digital, con sus maniobras de pasillo, se guarde la baraja. El PSOE no está para secundar caprichos ni para prestarse a conjuras de sobremesa.
Hidalgo, con su tono de cirujano veterano, ha despachado el asunto con una elegancia quirúrgica: “Se ha optado de forma inteligente por no provocar más convulsiones institucionales.” Inteligente, dice. Qué palabra más cargada de intención cuando se lanza al aire en mitad de tanto improvisado estratega que juega a Maquiavelo con tablero de parchís.
Y es que, en medio del ruido, el socialista ha puesto una línea roja bien visible: la estabilidad no se negocia con el ego de nadie.
Mientras el conspirador de la sonrisa impostada sigue practicando el arte de la intriga de cafetería, soñando con pactos de quita y pon, el PSOE toma distancia y manda callar con diplomacia. “Esto no es un juego de ajedrez alocado”, repitió Hidalgo. Exacto: no se puede gobernar con la misma ligereza con que se lanzan rumores o se reparten cargos imaginarios entre amigos con prisa.
El aviso es claro: los socialistas no van a caer en la trampa del tacticismo aldeano, ese que confunde la política con una tómbola. “Garantizar la estabilidad y los gobiernos de progreso” es la consigna. Lo demás, postureo de tertulia y ambición de corto vuelo.
Valsequillo, con su paz aparente y sus tormentas internas, se ha convertido en laboratorio de vanidades políticas. Pero esta vez, el mensaje vino de más arriba, y con el sello de quien sabe leer la partida sin perder los modales:
“Sería traumático que el electorado progresista se sintiera traicionado”, sentenció Hidalgo.
Y en esa frase se esconde el dardo más certero: quien hoy se viste de víctima para maquinar en la sombra debería recordar que los traidores, tarde o temprano, se quedan sin público.
Así que sí, el PSOE ha hablado. Y lo ha hecho sin gritar, pero con la contundencia suficiente para dejar a más de uno recogiendo fichas del suelo. Fin del juego, por ahora.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.51